BHan pasado los dos días que se mencionaban en la nota del PML y la ciudad está preparada para su tibia bienvenida. Si el día siguiente a la terminación de la votación coincidió con el día del deporte, hoy la ciudad también se encuentra paralizada porque todo el mundo está pendiente de la llegada del PML a la ciudad. Los colegios han cerrado, las fabricas no han abierto, en la granja de Evaristo hoy nadie recogerá fruta y los animales comerán lo que ayer les dejaron preparado, si es que no se lo han comido ya todo. No es una cuestión festiva, lo que pasa es que nadie se fía de lo que pueda pasar, y la Milicia ha recomendado a todo el mundo que se queden en sus casas para evitar problemas de seguridad. Nadie puede prever lo imprevisible, pero si se puede preparar por si acaso pasa. Lo que se teme, es que todo sea una trampa del PML para ocupar la ciudad, provocar, quien sabe, quizás una matanza, por eso los que hoy tengan la suerte de presenciar el momento histórico de la entrega de armas del PML, y no lleven uniforme de Miliciano para verlo, lo harán desde sus ventanas.


Uno de esos afortunados, por vivir en una de las calles de paso hacía el cuartel de la Milicia es Evaristo. Que lleva la mañana mirando por la ventana a una calle desierta, lo único que transita por ella son parejas de milicianos que de vez en cuando pasan para controlar que todo está en orden, lejos quedan cada día más sus días como miliciano, sigilosamente se está separando de la Milicia como Julia le aconsejó el día que se le contó. Dentro de poco espera que nadie se acuerde de él llevando uniforme, ni si quiera como el héroe que arriesgó su vida para salvar la de un miliciano herido en mitad del campo de batalla. Evaristo es consciente de que tendrá que buscar la adrenalina que le ofrecía el uniforme en otra parte, puede que el próximo año este entre aquellos que corrieron hace poco la maratón el día del deporte.


Si su reloj no le engaña, son cerca de las 12 del medio día, lleva ya un par de horas mirando de forma intermitente por la ventana por si llegan, pero todavía no hay ni rastro de ellos, intercala la vigilancia leyendo noticias en internet sobre el acontecimiento de hoy, hay de todo, incluso uno que dice haber estado con el PML hace poco y que pronostica que llegarán más o menos a la hora que es ahora. Pronóstico que se cumple cuando pasado un rato empieza a verse como un grupo de milicianos se aproximan por la calle, desde su ventana puede verse a varias decenas de metros antes de que lleguen a donde él esta, y conforme se acercan se van haciendo cada vez más visibles sus figuras, hasta que al final distingue como la milicia lleva rodeada a un grupo de hombres y mujeres que no llevan uniforme. Son más de lo que esperaba, a ojo son más de 100, pero aunque se esfuerza en contarlos pronto se da cuenta que es imposible hacerlo, hay tal barullo de gente que se tiene que conformar con la primera aproximación. Es una imagen, que aunque al contrario de lo que pueda en un principio suponerse, simboliza el fin de la guerra, es triste, todos y todas los que en ella aparecen tendrán que pagar su deuda con la sociedad para poder recuperar su libertad, lo que significa que hablar de paz es algo todavía prematuro, porque la sociedad, está y va a seguir estando dividida, entre dos grandes grupos, al menos hasta que todos los miembros del PML salgan a la calle y ya no exista distinción entre unos y otros. Tardan en pasar todos por delante de su ventana, y cuando finalmente lo hacen aparecen varios milicianos con carretillas llenas de armas, metralletas, pistolas, bazucas, granadas, balas de todo tipo y colores las llenan, no pueden existir palabras que expresen mejor lo que sus ojos ahora están viendo.


Acabado el triste desfile por fin se ve aliviado de su vigilancia, y el resto de su día se impregna de la misma tristeza que admiraron antes sus ojos. No hay nada como la obligación de estar retenido en casa, sobre todo si fuera de ella hace un día espléndido. Decide que lo mejor que puede hacer para no desperdiciar el día, aparte de revisar sus apuntes, es limpiar la casa. Pone música, y se pone a recoger todo lo que hay por medio, platos, polvo, cuando de repente oye el mismo ruido que escucho el día en que se supo la victoria del Sí en la votación por la paz, por lo que esta vez sin asustarse sale corriendo de nuevo a la ventana para admirar los fuegos artificiales igual que pasó la última vez, cuando pronto razona que es de día y que no va a ver absolutamente nada. Eso llena su mente de los peores presagios cuando tras las explosiones escucha gritos de auxilio, desesperación. Para Evaristo sólo puede existir una explicación, esta vez lo que ha escuchado si que han sido disparos. Se siente lleno de impotencia al no poder hacer nada para solucionar lo que está pasando, incluso llega a medio arrepentirse de no haberse puesto más últimamente el uniforme de la Milicia. Pero ya no le queda otra solución, que esperar a que alguien cuente por internet lo que ha pasado. Por eso deja todo lo que está haciendo y se pone a refrescar continuamente la página web de noticias donde aparecen enlaces a los blogs de los blogueros más leídos. No aparece nada, no aparece nada, así se tira varios minutos hasta que puede leer el título de una que parece contar lo que ha pasado “Tiroteo a la llegada del PML al cuartel de la Milicia”. Pincha ansioso en el enlace y se pone a leer con incredulidad la noticia.