Es la primera vez que le entrevistan por algo y tiene una sensación rara en el cuerpo, entiende que se trata de los nervios que le están avisando de la importancia del momento. Los más probable es que sea por culpa de la adrenalina, que esté inundando su torrente sanguíneo y provocando esa contracción en el estomago. No quiere meter la pata, meter la pata sería lo último que querría, pero no sabe nada de lo que le van a preguntar y lo único que le ha dado tiempo a prepararse es la estrategia mental de que lo mejor es hablar poco, más vale quedarse corto en una respuesta que hablar más de la cuenta, lo mejor será dejarle a él que hable, que dirija la entrevista. El bloguero revisa por última vez la grabadora, tiempo que Evaristo ha aprovechado para aclarar las ideas y comienza la entrevista.

Y la entrevista por fin acaba, Evaristo se vuelve a relajar, de forma casi automática se le pasa el nudo en el estomago, suspira y ya de forma extra oficial se reanuda la conversación entre el bloguero y Evaristo.

Se marcha de la clase agotado, ha sido un día largo y todavía no se ha acabado. Todavía le queda ver a Ricardo en casa, y tiene miedo de que los cuchillos, metafóricamente, vuelen por los aires por culpa de como lo ha estado ignorando hasta el día de hoy. Lo mejor va ser rebajar la tensión con algo rico de cena, espera no olvidarse de para en a máquina expendedora de comida antes de llegar a casa, porque tiene la despensa y la nevera vacía.