Y mientras todo esto ocurre en la ciudad donde vive Evaristo, los miembros del PML a los que directamente afecta el acuerdo de paz, siguen escondidos en la montaña. El campamento lo han montado en una zona boscosa, cercana a un río, y que es de difícil acceso por culpa de las escarpadas montañas que la rodean. Está a más de dos días caminando por el bosque de donde la cueva donde antes vivían.
El viaje fue difícil, después del tiroteo a la entrada de la cueva y que sirvió para ocultar la realidad, su huída, tuvieron que caminar rápido, muy rápido, para evitar que la Milicia siguiera su rastro. La dureza de la escapada y su asfixiante ritmo justificó haber abandonado a sus seres queridos, a parte de su familia, la que tanto los diferenciaba de la sociedad actual.
Ellos hoy también están reunidos, y tras un duro día de caza, pesca, y recolecta han convocado una reunión para hablar sobre la votación que tanto les afecta. Deben ahora estar más unidos que nunca. Tras la cena, se empiezan a reunir alrededor de varias hogueras que han hecho para iluminar la oscuridad de una noche sin luna, y para calentar las bajas temperaturas de la noche. El primero que empieza a hablar es Juanma, que desde hace años es el jefe de la facción del PML que ha decidido entregar las armas. Por su venas corre sangre noble, antes de que empezara la revolución tenía hectáreas de tierras, miles, quizás millones, de olivos, y de euros en el banco, a ninguno de sus ancestros les había hecho nunca falta trabajar desde tiempos de la reconquista en la península Ibérica, cuando por su destreza en el campo de batalla habían sido galardonados con tierras y títulos. A él fue a quien se le ocurrió la idea de entregar las armas. Haciendo gala de sus dotes de mando, se levanta al centro del circulo que se ha formado por la improvisada reunión y empieza a hablar.
- Juanma: ¿Sabéis por lo que hoy estamos reunidos no?
- TODOS: “Sí”, “para no saberlo”,…
Todo el mundo de una forma o de otra acaba dando una respuesta afirmativa.
- Juanma: Son ya tres siglos de lucha, y hace tiempo que no tiene sentido. Si estamos aquí reunidos es para reconfirmar nuestra postura y asegurarnos de que no va a existir problemas que boicoteen el proceso de paz. Sabéis que ayer se publicó en la web la votación por la que se alcanzará la paz entre nosotros y las ciudades que rodean estos bosques. Ya nunca más tendremos que ocultarnos, ni vivir sin un techo que no cobije. Os vuelvo a pedir que deis vuestra opinión, aunque ya la sé de sobra.
El primero en levantarse es Jose María, descendiente de una de las familias más ricas de la tierra, por su venas no corría sangre noble, pero no le hacía falta para tener credenciales de sobra, todavía guardaba los ejemplares de las revistas Forbes en las que sus tatarabuelo aparece entre los primeros puestos año tras año consecutivos.
- Jose María: Yo seguía con el fusil. Os voy a refrescar la memoria para que sepáis lo que significa entregar nuestras armas. Lo primero es olvidarnos de reclamar todo eso que nos han robado, ya nunca volveréis a recuperar vuestras casas, obras de arte, dinero. Además, ya no podréis llamar a esos que dejasteis atrás por culpa de los asesinos de la Milicia, hijos o padres o abuelos, eso se acabo para siempre, por lo que ellos tampoco podrán nunca volver a reclamar lo que un día fue vuestro. Sin olvidarnos, de que vais a tener que seguir las estúpidas normas de la revolución, entre ellas la más estúpida de todas la del trabajo obligatorio.
- Juanma: Ya contaba con que tu no querías, pero es también mi deber recordarte lo que voto la mayoría, y eso fue entregar las armas.
Jose María sin contestar y con cara de pocos amigos, se vuelve a sentar donde antes estaba antes de hablar. Pronto tras él, se anima otro de los miembros del PML a hablar. En su caso es descendiente de una familia tradicional, muy tradicional, monárquica, conservadora, generación tras generación habían votado a la derecha siempre sin dudarlo, por eso cuando estalló la Gran Revolución no les costó elegir bando. No eran ricos, pero tampoco nunca les falto trabajo, formaban parte del sistema, eran agradecidos con los que mandaban y los que mandaban eran agradecidos con ellos.
- Francisco: Yo tampoco dejaba las armas. No me imagino una forma de gobierno que no sea con un Rey a su cabeza. ¿Quién va a controlar mejor al ejercito y la política a la vez que un Rey? Lo demás es caos y anarquía. No todos somos iguales, porque no ha todos no has elegido Dios para gobernar, y esa pequeña diferencia es la que algunos, ateos, anarquistas, comunistas, socialistas, y toda esa banda de republicanos descerebrados no aceptan.
- Juanma: No hace falta que insultes porque te vamos a entender igual. A ver, otros, que sepáis que no vamos a volver a votar.
Al final quien se levanta es Anacleto. Él también es descendiente de familia noble y rica, las dos cosas. Pero ya está harto de vivir escondido entre la maleza y la pena de 10 años de cárcel después de años de guerra y decenas, quizás cientos, de muertos no le parece tan mala idea, si el resto de su vida la va poder pasar en una casa en paz.
- Anacleto: Creo que el resto que calla, calla, porque no hace falta que hable. Ya votamos y salió que sí a la paz. En mi opinión no tenemos mejor forma de acabar con esta tontería que lleva años dividiéndonos. ¿Y que si tenemos que trabajar?, ¿no es eso lo que hace todo el mundo?, ¿y que si tenemos que seguir sus normas?, ¿al fin y al cabo no son esas las que ha impuesto la mayoría exactamente igual que como nos organizamos nosotros hasta ahora? Ya han pasado siglos desde la Gran Revolución, apenas nadie se acuerda de como eran las cosas antes, no os penséis que existe la más mínima posibilidad de que recuperéis vuestro dinero o cosas. A mi me parece un trato justo a cambio de recuperar nuestras vidas, que al fin y al cabo es lo que importa, y no las cosas materiales o títulos que cada uno de nuestras familias tenía. Y por lo de las familias, no es más que una norma más, si todos crecen y viven en igualdad de condiciones, ¿qué más da que haya familias o no? Sigo diciendo que tenemos que fijarnos en lo importante, recuperar nuestras vidas, esos detalles son absurdos y más cuando se discute seguir a tiros entre unos y otros.
La discusión se alarga en la noche, aun cuando se supone que ya tenían todo decidido. Juanma que simplemente quería recordarles que no quería problemas, se da cuenta de que es imposible obtener ese que quería, la garantía de que no iba a verlos.
Lo más importante, como Evaristo también se ha dado cuenta, son las cosas que no se dicen. Y lo que ese noche no se dice, es que Jose María tiene un pequeño ejercito de activista del PML repartidos por las ciudad y les ha ordenado montar bulla, bronca, alboroto, quiere dividir todo lo que pueda a su enemigo. Si quieren la paz, quiere demostrarles que primero tienen que conseguirla entre ellos. Esto supondrá que sea imposible distinguir a esos alborotadores del PML de aquellos que simplemente piensen que lo mejor es seguir la guerra contra ellos. Para que exista guerra siempre tiene que haber dos dispuestos a pelearse, si falta uno el otro se queda sin excusa moral y por eso necesita provocarle. Eso es lo que Jose María sabe, y ya está llevando a la práctica.