Evaristo está hecho un lío, ayer se fue del despacho del Martillo saboreando la victoria, con la sensación de un trabajo bien hecho. Pero esta mañana se ha dado cuenta de que la realidad es mucho más apabullante, lo de ayer ni siquiera puede considerarse un batalla, el Martillo simplemente es parte de un engranaje y como tal actuó dando la respuesta que debía dar a lo que él le propuso. El trabajo duro empieza ahora, ¿y de dónde va a sacar el tiempo que requiere? No obstante, esa no es la única cuestión que se le viene a la cabeza, la más importante en estos momentos es si va a volver a ver a Gloria, y si eso sucede cuando será.
Mientras coloca tomates en cajas de cartón reciclado para ser repartidos a través de las máquinas expendedoras que hay en la ciudad, repasa el esquema de todo lo que tiene que hacer. Empezando por la página web a la que se ha comprometido, nunca antes ha hecho ninguna propuesta a la comunidad donde vive, toda su participación en la vida política se ha restringido a votar si o no a lo que otros pedían. Por lo que ha oído se trata un procedimiento sencillo, en la misma web donde ha votado tantas veces desde que tiene 16 años, hay una plantilla para que una idea sea sometida a votación, es rellenar espacios y subir contenido, videos, fotos, escritos, que sustenten la propuesta. De igual forma, aquellos que no estén de acuerdo, pueden rebatir la idea, una vez haya sido propuesta, con su propio contenido, porque desde que una idea se propone se establece un periodo de tiempo para que cualquier ciudadano pueda participar, aunque sólo sea a través de comentarios. Finalmente existe un umbral para que un proyecto sea aprobado, debe haber al menos una participación del 25% de la comunidad a la que afecta, si es más baja, aunque la idea haya sido aprobado por más votos a favor que en contra, es automáticamente desechada. Para él, la teoría es sencilla, la complicado es generar todo ese contenido que soporte un Sí a favor de la paz con el PML, su mayor problema, ¿cuales son los términos de la paz? porque por ahora, todo se ha restringido a una conversación informal con una mujer que dice ser del PML, pero que no le ha enseñado su carnet de afiliada, entre otras cosas porque no tienen. Supone que lo que tiene que hacer el PML es proponer unos mínimos para entregar las armas, y si esos mínimos se aceptan por todos, de una manera ya más informal continuar negociaciones sin la necesidad de implicar a todo el mundo en ellas.
Y el esquema, que se está formando en su cabeza, queda inacabado, porque se da cuenta, que todo lo que tiene son castillos en el aire. Lo único que le hace falta para poder construirlos en el suelo, es que otro papelito llegue a sus bolsillos proponiéndole una nueva cita con Gloria. De vez en cuando, hace un descanso con el empaquetado de tomates, se quita los guantes y rebusca en sus bolsillos por si de manera mágica, igual que la otra vez, ha llegado algún mensaje del PML a sus pantalones, pero por ahora, no ha entrado nada. Desde que conoció a Gloria no ha vuelto a mirar a nadie igual que lo hacía antes, siempre que ve a otra persona le surge la misma pregunta, ¿será un quinto columnista? Sabe que es imposible distinguirlos, no tienen tres ojos o una oreja, ni caminan para atrás, no hay forma de saber quien es quien, y esa sensación de incertidumbre le está provocando un miedo en la gente que hasta ahora le era extraño. Nada es lo que parece es la norma que se repite una y otra vez, como una forma de grabarla a fuego en su cerebro, para que no se le olvide la próxima vez que hable con alguien. Eso le ha hecho acordarse de Ricardo, su mejor amigo de la infancia, y ha sentido un escalofrío cuando se ha dado cuenta que ni siquiera de él puede afirmar que sea lo que dice que es. Piensa, que lo mismo la próxima vez que llegue una nota a su bolsillo, sea él, quien la haya dejado. 
La sensación de vertido a lo desconocido hace que valore todavía más el trabajo con sus manos, la forma en que están conectadas con sus ojos y cerebro, en el empaquetar tomates no hay ningún tipo de truco, eso le hace sentir seguro, y decide que la mejor forma de que se le pase esa sensación, es concentrarse en lo que está haciendo y olvidarse durante las horas de trabajo de todo lo que le rodea y no puede controlar. Se acaba de dar cuenta de algo importante, de que sólo es capaz de controlar una pequeña parte de lo que ocurre a su alrededor, la parte en que el interviene de forma directa y sin ningún tipo de intermediarios, como lo que está haciendo ahora, empaquetar tomates. Todo lo demás, en todo aquello que le rodea, pero en lo que no puede interferir, por ser otro lo que lo controla, ya sea ese otro la naturaleza, u otro ser humano, la incertidumbre se adueña del futuro y del presente, lo que los convierte en algo incierto. Nadie puede determinar donde va a caer un rayo, igual que nadie puede saber lo que va a hacer el individuo que está trabajando a su lado.
Al final llega el descanso del almuerzo. La bocina que marca su momento lo ha despertado de pensamientos tan profundos, menos mal, porque empezaba a sentirse realmente solo. Agarra un tomate, se lo mete en la boca y le da un buen mordisco, su sabor le recuerda la suerte que tiene de estar vivo. En seguida llegan Mario y Martin, que lo obligan a olvidarse de su recelo a todos aquellos que lo rodean.- Mario: ¿Y esa cara Segismundo? ¿Te pasa algo?