- El Martillo: ¿Lo ves como es imposible razonar con ellos? Me encanta el tinte ideológico intelectual que ha tomado la conversación pero, ¿por qué no hablamos de algo práctico Evaristo? Pregúntale donde han ido los que había en la cueva, donde se esconden, que armas llevan, si conoce otros lugares como su cueva. ¿O preferís que os traiga un café con pastas para que sigáis hablando?
- Evaristo: Sólo quería conocer su punto de vista.
- El Martillo: Se nota que eres nuevo porque vienes con buenas intenciones, cuando lleves aquí un año, si es que lo aguantas, veras que pronto cambias tus métodos, lo mismo hasta también empiezas a fumar.
A Evaristo le recorre un sentimiento tremendo de impotencia al oír las palabras del Martillo, no sabe que contestar a lo que le ha dicho. Mira la mesa fijamente sin ser capaz de levantar la mirada, al fin tras el largo interrogatorio parece que todos se han dado un respiro y el silencio inunda la habitación. Evaristo respira hondo y vuelve a la carga.
- Evaristo: Ya lo has oído, y tiene razón en que discutir sobre motivos no nos va a llevar a ningún sitio. ¿Dónde han ido los que han huido con las armas? Sabes tengo la impresión, igual que seguro la tiene el Martillo, que los disparos de la entrada a la cueva no eran más que una estratagema para entretenernos, que pusiéramos todo nuestro empeño en asaltar la cueva mientras la mayoría del PML armado huía, ¿a qué sí?
- Genaro: Has acertado otra vez. Pero no te puedo contar nada. Nosotros a diferencia de vosotros seguimos formando familias tradicionales, y esos que han huido son nuestros hijos e hijas. Ya puede tu colega agujerearme todo el brazo con su cigarro porque no voy a abrir la boca.
- Evaristo: Venga Genaro no digas eso. Delante mía no te va quemar nadie nada. ¿Parte de tu familia ha huido?
- Genaro: Claro, que esperas. Nuestras ideas se transmiten de padres a hijos, es así como sobreviven.
- Evaristo: Al menos cuéntame algo interesante, ¿tenéis contacto con otras comunidades como la vuestra?
- Genaro: Claro que lo tenemos, pero tampoco te voy a contar nada sobre ellos. Es que no puedo contarte nada, ya bastante nos hemos expuesto, y el traidor que os ha contado lo de la cueva que se ande con ojo.
- Evaristo: ¿Por qué se tiene que andar con ojo?
- Genaro: Hay miembros del PML en todas partes, tu comunidad y la de otros pueblos y ciudades está llena de ellos, ¿no has oído hablar nunca de la quinta columna?
- Evaristo: Algo he estudiado de historia, fue un término acuñado durante la Guerra Civil Española para referirse a aquellos del bando nacional que vivían escondidos, latentes, en el lado republicano y estaban esperando la llegado de las tropas franquistas para revelarse. Me hago a la idea de a lo que te refieres.
- Genaro: Créeme que no te haces. Somos muchos más de los que te piensas, ¿o sino como te crees que hemos y estamos sobreviviendo todos estos años?
- Evaristo: Son ellos los que os informan, ¿verdad? Los que os echan una mano para robarnos mercancías, así no tenéis ni que salir de la cueva. Parecías más sensato Genaro, me estoy llevando un gran desilusión contigo.
- Genaro: ¿Y eso?
- Evaristo: Acabas de amenazarlo.
- Genaro: Yo no he amenazado a nadie, os estoy contando lo que puede pasarle. En todo caso, os estoy ayudando advirtiendo.
- Evaristo: Tomo nota. ¿Lo ves como no es tan difícil colaborar un poco? al final nos has acabado contando algo interesante.
- Genaro: Se me ha escapado. ¿Puedo irme ya con el resto de los míos? Soy ya mayor y estoy cansado.
- El Martillo: Por mi como si tienes cien años. ¿Tu qué dices Evaristo?
- Evaristo: Yo también creo que por hoy hemos tenido ya todos bastante. Déjalo que se vaya anda.
- El Martillo: Venga levanta, ¿os visto como no te iba a pasar nada? hoy te has portado muy bien, mejor que nunca.
Genaro hace caso omiso a las palabras del Martillo, después de unos cuentos interrogatorios es un arte que ha perfeccionado, y no abre la boca. Se levanta de la silla con signos cansados, Evaristo ve como le tiemblan levemente las piernas al ponerse erguido, temblor que se extiendo por todo su cuerpo.
Lo llevan de nuevo a la habitación de la misma forma que salió de ella, cogido por el brazo por el Martillo. No es el único que está cansado, Evaristo al salir de la sala de interrogatorio también se derrumba, ha acumulado mucha tensión por culpa del sandwich que le han hecho Genaro por un lado y el Martillo por el otro. Ya no tiene ganas de hablar con nadie. Caminan los tres de vuelta a la sala donde están retenidos el resto de los miembros del PML si abrir ninguno la boca, cuando abren la puerta para dejar a Genaro, todo sigue igual que cuando se habían ido, niños y niñas jugando, ancianos hablando. Genaro al llegar a su cama se tumba desplomándose sobre ella, como si hubiera perdido la fuerza sobre cada una de las extremidades que soportaban el peso de su cuerpo. El Martillo y Genaro se van sin despedirse de él, todos han tenido suficiente por hoy.
Por fin deja Evaristo las oficinas de la Milicia de su ciudad, al contrario de como llegó, las abandona sin la sonrisa con la que entró. En la vuelta a casa hay otra cosa que cambia, decide que quiere volver caminando por una idea de Nietzsche que ha pasado por su mente, las mejores ideas se te ocurren en movimiento, no es que tenga la necesidad de que se le ocurra nada, pero quiere aprovechar el paseo para acordarse de Julia, hoy no ha podido verla, lo último que sabe de ella es ella iba aprovechar los días libres de trabajo obligatorio para irse sola a acampar a la playa, le dijo que quería estar tranquila ¿lo estará echando de menos igual que él a ella?. Al caminar se mete las manos en los bolsillos, relaja el paso, disfruta de la leve brisa y de la tenue temperatura de la noche, y de repente se detiene. Ha encontrado un trozo de papel en el bolsillo, y tiene que pararse para sacarlo de él sin romperlo. Esta hecho un ovillo, lo abre, y ve una nota escrita a mano, “Mañana a las 12 en la Calle 14 de Julio, te espero a la altura de la máquina de comida”.