A Evaristo le recorre un sentimiento tremendo de impotencia al oír las palabras del Martillo, no sabe que contestar a lo que le ha dicho. Mira la mesa fijamente sin ser capaz de levantar la mirada, al fin tras el largo interrogatorio parece que todos se han dado un respiro y el silencio inunda la habitación. Evaristo respira hondo y vuelve a la carga.

Genaro hace caso omiso a las palabras del Martillo, después de unos cuentos interrogatorios es un arte que ha perfeccionado, y no abre la boca. Se levanta de la silla con signos cansados, Evaristo ve como le tiemblan levemente las piernas al ponerse erguido, temblor que se extiendo por todo su cuerpo. 
Lo llevan de nuevo a la habitación de la misma forma que salió de ella, cogido por el brazo por el Martillo. No es el único que está cansado, Evaristo al salir de la sala de interrogatorio también se derrumba, ha acumulado mucha tensión por culpa del sandwich que le han hecho Genaro por un lado y el Martillo por el otro. Ya no tiene ganas de hablar con nadie. Caminan los tres de vuelta a la sala donde están retenidos el resto de los miembros del PML si abrir ninguno la boca, cuando abren la puerta para dejar a Genaro, todo sigue igual que cuando se habían ido, niños y niñas jugando, ancianos hablando. Genaro al llegar a su cama se tumba desplomándose sobre ella, como si hubiera perdido la fuerza sobre cada una de las extremidades que soportaban el peso de su cuerpo. El Martillo y Genaro se van sin despedirse de él, todos han tenido suficiente por hoy. 
Por fin deja Evaristo las oficinas de la Milicia de su ciudad, al contrario de como llegó, las abandona sin la sonrisa con la que entró. En la vuelta a casa hay otra cosa que cambia, decide que quiere volver caminando por una idea de Nietzsche que ha pasado por su mente, las mejores ideas se te ocurren en movimiento, no es que tenga la necesidad de que se le ocurra nada, pero quiere aprovechar el paseo para acordarse de Julia, hoy no ha podido verla, lo último que sabe de ella es ella iba aprovechar los días libres de trabajo obligatorio para irse sola a acampar a la playa, le dijo que quería estar tranquila ¿lo estará echando de menos igual que él a ella?. Al caminar se mete las manos en los bolsillos, relaja el paso, disfruta de la leve brisa y de la tenue temperatura de la noche, y de repente se detiene. Ha encontrado un trozo de papel en el bolsillo, y tiene que pararse para sacarlo de él sin romperlo. Esta hecho un ovillo, lo abre, y ve una nota escrita a mano, “Mañana a las 12 en la Calle 14 de Julio, te espero a la altura de la máquina de comida”.