Tras una pausa de media hora el juicio continua. Apenas les ha dado tiempo a los amigos, Ricardo, Evaristo y Julia, a intercambiar unas palabras cuando cada uno está de nuevo sentado en su sitio, Ricardo y Evaristo entre el público, Julia con resto de los testigos.
Ahora es el turno de la defensa de hacer sus preguntas. Francisca ha logrado calmarse, sobre todo gracias al rápido efecto que han tenido las pastillas tranquilizantes, que ha tomado durante el descanso, sobre su estomago vacío. Medicina de la felicidad que toma de forma ininterrumpida desde la trágica muerte de su pareja, sin ellas le sería materialmente imposible comer dado el estado de nerviosismo y tristeza con el que convive desde ese día. La abogada defensora también tiene experiencia, por la apariencia de edad es fácil deducir que no tanta como su contraparte, no obstante más que la jueza que por ahora se ha limitado a seguir las reglas del procedimiento. Los abogados encargados de las estrategias jurídicas de las partes no eligen el lado del que estarán en el proceso de forma previa, ser acusación o defensa también es cuestión de azar, se trata de evitar que el dominio de la fama y reputación de un abogado especializado en una de las estrategias pueda viciar de antemano el resultado del juicio, de todas formas que la abogada defensora y acusada compartan genero es un aliciente a la garantía de asistencia letrada. De nuevo frente a frente Francisca con el público vuelve a ser el objeto de preguntas, esta vez de su abogada, que en un tono mucho menos intimidatorio que el que tuvo la acusación comienza a preguntarla, tras una breve intervención de la jueza que da por resumida la vista oral.
- Defensa: Evidentemente que usted haya sido la pareja sentimental de la víctima no supone que tenga que ser su asesino. Por eso relájese, empiece por contarme como se conocieron.
- Francisca: Nos conocimos en la cárcel, antes nos habíamos visto por la ciudad, pero siendo de barrios diferentes nunca habíamos coincidido como para conocernos. Cuando yo entré el primer año en la cárcel él ya estaba allí trabajando, era tres años mayor que yo. Al principio me ayudó mucho a hacerme con el trabajo, era él quien me avisaba de los presos más conflictivos y como tratarlos, y todos esos truquitos que te ayudan a adaptarte, como donde ir a fumar si no quieres que te vea nadie, puede parecer una tontería pero es difícil muchas veces encontrar cinco minutos para ti mismo. Al principio era mi amigo. Evidentemente que atracción había, sino muy posiblemente no se hubiera acercado a mi, y yo hubiera terminado no haciéndole caso. La primera vez que nos liamos fue en el vestuario, cambio de turno, estábamos solos, todavía me acuerdo como si fuera ayer, de eso hace cuatro años.
- Defensa: ¿Lo quería? ya se que todo es relativo, pero sea sincera.
- Francisca: ¿Qué si lo quería? sí que lo quería, no puedes pasar tanto tiempo junto con alguien si no lo quieres, nos pasábamos los días juntos, en el trabajo, en mi casa, cenas con amigos, íbamos a nadar juntos, yo hasta el día de su muerte tenía asumido que sería con la persona que acabaría mis días.
- Defensa: ¿Y aun así había peleas?
- Francisca: Claro, pero cuando pasas tanto tiempo con alguien es imposible no tenerlas, solíamos solucionarlo rápido.
- Defensa: ¿Infidelidades?
- Francisca: A ciencia cierta nunca me contó nada, pero sospechas si que tenía, perfectamente pudo tener otras relaciones a parte de la mía sin que yo sospechara.
- Defensa: ¿Había alguna mujer en concreto de la que más sospechase?
- Francisca: Sí, una compañera de trabajo, Emilia, estoy segura de que con ella también tenía algo.
- Defensa: A eso me refiero, y os lo digo al todos los presentes en esta sala, ¿qué pruebas hay sobre mi defendida?, ¿qué tenía una relación con la víctima?, ¿supuestas discusiones por infidelidades?, ¿qué ese día en que ocurrió su muerte compartía con ella turno? No era la única ese día que estaba de vigilante en la cárcel, y seguramente no era la única que pudiera tener celos de la víctima, era muy posible que hubiese otras mujeres, ¿por qué ha tenido que ser mi defendida?
- Juez: Restrínjase a las preguntas, ya tendrá un turno de conclusiones para dirigirse al jurado al final del juicio y la práctica de la prueba.
- Defensa: No tengo más preguntas señoría.
No sabe si al resto los habrá convencido, pero a Evaristo le ha parecido una intervención bastante razonable. Si esas son las únicas pruebas que existen contra Francisca la acusación es bastante débil como para condenarla.
Ahora pasa a ser el turno del resto de los testigos, cada una de las representaciones jurídicas ha elegido a los suyos. Vuelve también a ser el turno de la acusación, que llama al estrado para declarar a Emilia.
Emilia es de la misma quinta que Francisca, lo que significa que empezaron a trabajar en la cárcel el mismo año. Nada más llamarla se levanta del banco donde estaba sentada junto al resto de los testigos y se sienta donde justo hasta hace un momento estaba sentada Francisca, la que al verla hace un gesto de rabia, se muerde fuertemente los labios, tanto que en uno de los laterales se hace sangre, las pastillas que toma para equilibrar su ánimo no son capaces de afectar a estratos tan profundos de su razón. Emilia lleva un vestido rozando con lo provocativo, que encaja perfectamente con el papel que anteriormente le ha asignado Francisca.
- Acusación: ¿Usted es Emilia verdad? la que justo acaba de mencionar la acusada anteriormente.
- Emilia: Supongo que sí, no es la primera vez que llega a mis oídos que la víctima y yo estábamos liados.
- Acusación: ¿Y es eso cierto?
- Emilia: Si no fuera porque está la justicia en juego nunca lo diría. Sí estábamos liados, desde hace tiempo.
Un “ohhhh” se ha oído en toda la sala, nadie se ha podido contener al escucharlo, de hecho Evaristo todavía tiene la boca abierta después de escucharlo.