Romero no es un hombre de oficina. Nunca lo ha sido. Es un hombre de acción. Cuando la acción llega, nunca va de uniforme, prefiere no ser reconocido, le gusta vestir como cualquier otro ciudadano normal. De camisa blanca, chinos y zapatos. Para pasearse usa su moto también blanca de gran cilindrada. Cuando hablamos de acción, no los referimos a trabajos oficiales, de esos hace mucho de los que está exento dada la jerarquía que ocupa dentro de la policía, el hace mucho que no se pringa la manos recogiendo muestras, noches en vela vigilando a sospechosos, o pegado a escuchas telefónicas. La acción que a él le gusta, es la de sus trabajitos extraoficiales, para políticos, empresas, y todo aquel que se atreva a pagar sus servicios. También hay veces, que lo hace por propio capricho personal, y nunca mejor que este caso para soportar ese antojo. De una parte, debe de vengar la muerte de su compañero, es una cuestión de honra, de mantener el estatus de la policía dentro de la sociedad, si la gente percibe que matar a un madero son 20 años de cárcel y luego te vas de rositas, pueden percibir un cierto aire de impunidad alrededor del crimen que cree inseguridad en la seguridad de aquellos que son policías. Y por otra parte, hay una herencia en juego bastante jugosa, muchos millones, y tiene que demostrar al resto que sigue siendo el más listo de la clase, si alguien se va a aprovechar de esa circunstancia va a ser él, y no ningún otro. En este tipo de empresas su eficacia es extrema, cuenta con un ilimitado número de recursos pagados por los impuestos de todos los españoles, puede pinchar cualquier número de teléfono o intervenir a distancia cualquier portátil sin que nadie se entere, solo le hace falta mover el hilo adecuado, puede seguir a sus presas por tierra, mar y aire, coches de policía, motos, ambulancias, helicópteros, lanchas motoras, tiene un ejercito a su entera disposición, todos responden en jerarquía y aquí quien más y quien menos tiene algo que esconder, callar o proteger y obedecen sin rechistar, tiene contactos en la policía local, son simplemente un apéndice más de las fuerzas del orden a su servicio, tiene contactos dentro de los médicos, si te salen anginas, va ser el primero que se entere, y bueno a los servicios sociales, les falta la placa, porque responden al sonido de su silbato con la misma obediencia que cualquier otro policía. Pero no solo eso, Romero es del Opus. Ser del Opus, es pertenecer a un cuerpo selecto de gente influyente en todos los ámbitos, tanto privados como públicos, se mueven al son del mismo tambor, comparten una ideología extrema. Romero dice con toda naturalidad a aquellos que forman su circulo íntimo “el Juez hará lo que yo le diga”. Romero cuanta con un aparato de extorsión de dimensiones descomunales.

Romero se ha dado cuenta, que con poner fuera de juego a el Indio sólo puede cumplir uno de sus objetivos, vengar la muerte de su compañero policía muerto. Pero no completa el circulo que le permita poner las manos sobre la fortuna que ha heredado Susana. Se ha dado cuanta, igual que hicieron Segismundo y Ataulfo, que la clave para tener acceso al dinero y las propiedades está en Isabel. Y para acceder a Isabel, tiene que lograr que se enamore de un candidato que sea uno de sus títeres, alguno de sus subordinados de obediencia ciega, no tardó mucho en seleccionar el candidato tras poco llegar el Indio a Madrid. El candidato elegido, es un guaperas de uniforme, de apariencia incorruptible pero de interior putrefacto, un funcionario más con ansias de grandeza y sentimiento de impunidad, uno de esos que abundan y más en Madrid. No tardo mucho en convencerle, en la empresa ambos asumen el riesgo, pero dado el estatus de Romero, este es mínimo. La idea, es garantizar a Romero el acceso ya sea mediato o inmediato a esos caudales. Pero el plan chirría, mucho, de hecho es prácticamente inviable dada la absoluta preferencia de Isabel por Segismundo de la que también él se ha percatado. No puede aparecer su candidato todavía, eso ahora lo estropearía todo, serían gastar balas en balde, quemar cartuchos en salvas sin un objetivo. Primero Segismundo tiene que desaparecer el mapa. Con que se vaya de Madrid y nunca más vuelva le vale. La idea es muy sencilla, va a utilizar la misma táctica de hostigamiento extremo que está utilizando con el Indio, con la mínima diferencia con Segismundo puede disfrutar todavía más e ir poco a poco aumentando la intesidad, pues hasta que de verdad no ponga las cartas sobre la mesa nunca va a sospechar de él, al no existir, como en el caso del Indio, ningún lazo previo que los vincule. Ya ha empezado, y a puesto a funcionar el ejercito de troles de los que dispone. Esos pisotones en el metro de los que Segismundo se queja, pueden aparentar casualidades inofensivas, desgracias momentáneas consecuencia del azar ante el ojo de cualquier observador externo, pero en verdad son miembros de su ejercito con el objetivo de hostigar a Segismundo. Los empujones que le dan a Segismundo cuando va caminando por la calle, esos que debe de esquivar como una nave espacial en una lluvia de meteoritos no son más que sujetos dispuestos a hacerle pasar una mala pasada, pero hay más, allí donde se siente Segismundo en la biblioteca habrá un trol preparado con un ratón ruidoso haciendo “clic, clic, clic, clic, clic,” de forma incesante, da igual donde se siente, porque tiene muchos troles donde elegir. Segismundo va a pasar  a ser un chico muy popular, cuando ahora apenas pasa percibido para el genero femenino, un enjambre de mujeres pasarán a pasar a fijarse en él, todas lo miraran y buscarán atraer su atención, y en algunos casos su presencia ira acompañada de la apariencia previa de una ambulancia con las sirenas a todo volumen hasta que identifique ambos supuestos como uno, por un lado tiene que intentar apartarlo de Isabel como pueda y por otro tiene que darse cuenta de que le será imposible encontrar a una substituta, tiene que parecer que controla a todas la chicas de su entorno. Y por supuesto habrá otro tipo de tácticas que compartirá entre ambos, como ya hace,  por ejemplo sirenas a la hora de sus hábitos. Tiene que acabar percibiendo que la policía le sigue, tiene que saber que están detrás de él. Y como no va a pinchar su teléfono y ordenador. La idea es crear un ambiente de hostigamiento máximo que le incite a hacer la maleta y volverse a su pueblo.

Segismundo ya ha empezado a sentir alguno de sus efectos, pero todavía no los asimila como provenientes de una misma fuente. Para él no son más que actos aislados únicamente achacables a su mala suerte. A estar simplemente en el lugar equivocado en el momento equivocado. Por otro lado, su de repente atractivo para el genero femenino debe ser consecuencia de que se está poniendo el forma y de que se está echando novia, ya saben lo que dicen “culo veo, culo quiero”.