¿De dónde habrá aprendido a hacer todo lo que está haciendo? maneja el panel de control de la nave como si hubiera sido ella la que la hubiera pilotado hasta Marte. No sabe que está haciendo, pero ve como repite una y otra vez el mismo mensaje a la vez que gira una ruleta, hasta que al final parece conseguir eso que con tanta ansia buscaba, ha conseguido que una voz conteste a su llamada de auxilio:

Pero igual que la voz que ha contestado a la llamada de auxilio vino, se va, y en su lugar lo que aparece es un ruido de interferencias, la comunicación se ha roto, la conexión se ha perdido, vuelven a estar solos a merced de los invasores. Ya Julia no vuelve a girar más ruleta, en su lugar lo vuelve a coger de la mano, y lo vuelve a guiar en sus pasos. No se atreve a decirle nada, la última vez que intento hacerlo comprendió, aun sin saber todavía porque, que no era momento para ello.
Dejan la nave y vuelven a mezclarse con el barullo de gente, para eso Julia lo ha llevado al lugar donde la nave alienígena supuestamente va a aterrizar. Todo el mundo mira al cielo, él hace lo mismo, pero aunque su mirada se concentra en la llegada de los invasores su cabeza está en otra parte, ¿por qué Julia no le cuenta nada?, ¿por qué esa obsesión repentina por el silencio? Los alienígenas no se hacen esperar, y pronto la nave atraviesa la cúpula de cristal que hace poco atacaba, su llegada es acompañada de un ruido ensordecedor por culpa de los motores que hacen volar la nave, una construcción que parece emular las películas de finales del Siglo XX por culpa de su forma de platillo volante. Ese es el momento en que Julia aprovecha para contarle su secreto, siente como ella le habla al oído, la cercanía de su boca hace que el aire que sale de ella le provoque un cosquilleo, casi escalofríos, aun así, y aun el ruido que está inundado toda la estación espacial por culpa de la llegada de los alienígenas, es capaz de escucharla y entender lo que le dice:

Tiene toda la razón del mundo, conforme escucha lo que ella le dice instintivamente mueve ligeramente la cabeza hacia detrás y delante. Gustavo puede ser una herramienta al servicio de los invasores y estar poniendo gravemente en riesgo sus vidas. De todas formas hay algo que todavía no alcanza a comprender, ¿cómo ha aprendido a manejar el panel de control de la nave? Aparte de con sus gestos de cabeza, le dirige una mirada aprobadora conforme Julia acaba de hablar, pero todavía hay más porque Julia se vuelve a acercar a su oído.

Julia tiene que parar de hablar porque ya han aterrizado. Esta vez no hace ningún gesto para que Julia entienda que la ha escuchado, esta vez de verdad que su atención ha sido capturada por la importancia del momento que está viendo con sus propios ojos. La nave alienígena es todavía más impresionante vista de cerca, luces de colores la rodean, si no fuera por el mensaje de Perseo MCL y los disparos de antes que con toda seguridad provenían de ella, su apariencia externa sería más la de una atracción de feria, inofensiva, incluso divertida o simpática, que la de una máquina capaz de exterminar a la raza humana. Al poco de aterrizar y posar sus cuatro patas sobre la superficie, una escalinata se despliega de ella, y segundos después, en uno de sus extremos, una puerta se abre. Levanta todo lo que puede su mirada, se pone tanto de puntillas que sus dedos de los pies se resienten como el pulgar de una bailarina de ballet, busca un hueco entre la cabeza de todos aquellos que tiene delante, y aunque parezca imposible es capaz de ver a los alienígenas que descienden de la nave. Acaba de verlo hace un rato, el que lidera al grupo que con él desciende de la nave es Perseo MCL, y detrás de él quien va en su ejercito, es fácil saberlo porque a diferencia de él van todos armados y uniformados, esos son los que buscan subyugar a la humanidad.
En el lado de la humanidad sigue reinando el caos y el desorden, extrapola sus sentimientos y entiende que lo que pasa es que nadie quiere salir a recibirlos. Por eso cuando Perseo MCL acaba de descender la pasarela y pisa suelo marciano no hay nadie esperándole, son los más de 500 astronautas los que atónitos lo miran, eso si, desde una distancia prudencial y en forma de grupo, lo que evita que nadie pueda ser individualizado.