“Han conseguido otro arma y la tienen escondida en el bosque, tener cuidado”.
Es breve, pero a su juicio la brevedad no tiene porque estar reñida con la claridad, es evidente que está avisando a alguien de lo del arma y, ¿qué otro alguien va a ser sino Enrique y sus secuaces? Vuelve a doblar la nota utilizando los pliegues que ya tiene como guía, se la guarda en el bolsillo, y con el mismo sigilo que entró en el bosque sale de él, aunque está vez no se va escondiendo detrás de nada para ocultarse, se conforma, como hacía Tristan, con mirar de vez en cuando a todos lados para asegurarse de que a él, tampoco nadie lo está siguiendo.
Cuando llega al campamento todo está igual que cuando se marchó, aparentemente no ha cambiado nada, todos están dormidos, lo único que se mueve son las ramas de los arboles y el leve humo que todavía sale de la hoguera con la que se calentaron en la cena. Sin embargo, las apariencias engañan, porque esa imagen tranquila en la que el campamento está sumido, no tiene en cuenta la bomba que tiene escondida en el bolsillo, todos los bruscos cambios que va inmediatamente a provocar la nota cuando vuelva a desdoblarla. A la altura de su tienda de campaña se para, y con sumo cuidado desliza la cremallera con la que está cerrada para abrirla, se imagina que Julia seguirá plácidamente dormida, y cree que lo mejor es que lo siga haciendo hasta que llegue la hora de que, como todos los días, tengan que ir a trabajar con Enrique. Pero estaba equivocado, cuando abre la tienda de campaña Julia no está dormida, en su lugar está sentada, con los ojos como platos mirando hacía donde él está, tiene pinta de llevar así un rato por la tensión acumulada en su rostro. Encontrársela así, tan de sopetón, hasta lo ha asustado y lo ha hecho contraerse al verla.
- Julia: ¿Dónde te has metido?
- Evaristo: ¡Qué susto me has dado! No esperaba encontrarte despierta.
- Julia: Que, ¿dónde te has metido?
- Evaristo: Tranquila, sabes perfectamente a donde he ido.
- Julia: Pues por eso, venga cuéntamelo.
- Evaristo: Tenías razón, he pillado a Tristan dejando una nota debajo de una roca que no está muy lejos del campamento.
- Julia: A ver, a ver, enséñamela corre.
- Evaristo: Mira, toma.
Saca del bolsillo la nota que se supone va a cambiar sus vidas, por segunda vez en la noche la vuelve a desenvolver y empieza a leerla.
- Evaristo: “Han conseguido otro arma…”
Sin embargo Julia apenas le deja empezar, cuando literalmente se la está arrancando de las manos.
- Julia: ¿Qué haces? no seas tonto, trae eso para acá. Déjame que la lee con mis propios ojos.
Es incorregible. No la contesta, da igual lo que ya le diga, ni tiene la nota en sus manos ya, ni le va hacer caso. Julia ahora está con los cinco sentidos en ese trozo de papel, se lo nota por la forma intensa en que lo mira. Tras pocos segundos, vuelve a clavar los ojos en él.
- Julia: Esto compensa todo lo que me duele el labio.
- Evaristo: Eso fue justo lo que pensé yo, pero con mi pómulo.
- Julia: Lo hemos pillado, ¿te has dado cuenta lo importante que es esto?
- Evaristo: ¿Cómo de importante?
- Julia: Nos hace libres. Ahora mismo vamos a la tienda de campaña, lo atamos con una cuerda como un chorizo de pies y manos, y nos vamos con la música a otra parte.
- Evaristo: ¿Vamos ya?
- Julia: Vamos ya, nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Justo cuando acaba la frase Julia lo sonríe y casi a la vez suelta un gemido de dolor, su labio se ha vuelto a abrir y vuelve a sangrar. En cambio le devuelve el gesto contra sonrisa, es un momento feliz, y nada puede estropearlo.
Esta vez salen de la tienda de campaña juntos. Sigue siendo de noche, aunque menos que antes, la luz empieza a abrirse paso, pronto amanecerá, se da cuenta de que deben de darse prisa si quieren pillarlo antes de que se despierte, lo que complicaría un poco más todo. Esta vez susurrando, se dirige de nuevo a Julia.
- Evaristo: Tenemos que darnos prisa, pronto va a ser de día.
- Julia: Ya, ya lo sé, espérame junto a su tienda de campaña que voy a por la cuerda.
No es el momento para llevarle la contraria y hace lo que le dice. Al poco llega ella con la cuerda y con cara de ir a cometer una travesura.
- Julia: Lo mejor, para evitar sorpresas, va a ser que abramos la tienda de campaña a toda pastilla, tu en cuanto veas que tienes un hueco te metes y te tiras a inmovilizarlo, como puedas Evaristo, como si le tienes que morder un brazo para conseguirlo, y yo cuando lo tengas lo ato con la cuerda. ¿Te parece bien?
- Evaristo: Venga, a la de tres abres la tienda de campaña.
- Julia: Uno…
- Evaristo: Uno…
- Julia: Dos…
- Evaristo: Dos…
- Julia: Y… tres…
En ese momento se acelera, no tiene ni idea de como va a conseguir inmovilizarlo, pero le da igual, esta parte del plan se supone que es la fácil. La tienda de campaña se abre en menos de un segundo, y un instante después está encima de Tristan sujetándole, al final tras un leve forcejeo acaba agarrándolo en una especie de llave a su juicio bastante lamentable, sus brazos hacen de cuerda y para que no se suelten sus manos se agarran una a la otra con todas sus fuerzas, lo mismo hace con sus piernas. Es una forma poco ortodoxa de conseguir su objetivo, pero lo más importante de todo es que lo ha conseguido. Tristan parece recuperar la consciencia justo a tiempo, y ya que está plenamente cogido empieza a gritar pidiendo auxilio, todavía no se ha enterado de lo que está pasando. Algo se imagina cuando ve entrar a Julia, porque deja de gritar, no dice nada, se calla.